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viernes, 22 de octubre de 2010

Que alegría más grande

-¿Me prestas tu sudadera verde? Me la quiero poner esta tarde.

-No entiendo como te gusta tanto mi ropa, con lo grande que te queda y lo vieja que está.

-Lo sabrías si no fueras tan bobo.

-¿Me he perdido algo?

-No. Simplemente, cuando estoy esperando el autobús o rodeada de extraños en un bar y el mundo se me viene encima, me gusta agachar la cara y oler tu sudadera verde.

-Misterio resuelto, entonces.

-Ya ves que tonta soy, cariño, solo me la pongo porque huele a ti.

6 comentarios:

  1. Solamente hay una cosa mejor que la ropa de chico en sí...
    que esa ropa de chico... huela a chico... sí...

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  2. :)

    Hay algo muy maternal y primitivo, incluso, en eso de recurrir a los olores para evocar sensaciones y sentimientos, para sentirnos abrazados o reconfortados. Será porque el olfato está ubicado en nuestro cerebro primigenio, ese que vino antes de la emoción y el intelecto.

    Kisses que, aliviados, no ven la pantalla borrosa por primera vez en toda la semana ***

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  3. Jejeje, qué típico eso de ponerse la ropa del ser amado para que su olor nos acompañe.

    Muy tierno :)

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  4. Jajaja. El misterio estaba resuelto desde el principio, pero cómo hay hombres a los que les gusta que les repitamos las cosas. Sobre todo cuando se trata de asuntos del corazón :P

    Mucha luz para tu corazón, encanto.

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  5. Qué buena historia con tan pocas palabras.

    Saludos de una nueva seguidora ;)

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  6. Ahhhh.. y por eso también se ponen nuestras camisas para ir al baño, después de hacer el amor.
    Me reí con el comentario de Mariana x)

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